Tenía las tetas afiladas como espinas.
Su coño de plata era una invitación al infierno en primera clase.
Y sus uñas, carentes de piedad, arañaban mi escroto día y noche.
¡Lujuriosa, enloquecedora tortura! Le planté mi polla en el delicioso ojete.
-Rasúrate las nalgas, vaquero- dijo mimosa, estrujándomela entre los pálidos muslos.
-Devórame la entrepierna.
Le pregunté: “¿Dónde están tus modales, pequeña bestia obscena?. Aprende a pedir permiso de armas y las cosas por favor.”
Empujé pero fallé, aquella grandísima zorra olía a sexo
Dejé de empujar, pero no de zurrar sus nalgas y esta vez con más fuerza eyaculé en sus pantis rasgados, sucios de semen fosilizado y flujo viejo.
No me importó comerme después su coño de caramelo.
Sabía a pescado.
Olía a lujuria sudando fuego. Se bebió todo mi caliente néctar blanco sin dejar gota. Deseosa de seguir, escurrió su pelo y acariciándome melosa lamió mi verga, invitándola a un nuevo alzamiento festivo, que no militar. Llegó un momento en que empecé a extenderme.
Y se acabó.
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6 comentarios:
Ligeramente editado por mí misma con algo así como permiso del Farruco, espero que esté bien y si no, ya me diréis.
Si...estará a escrito a once manos (o a veintidos), o a más incluso, pero el texto destila un aire farruquista (¿farruqiano?) innegable.
A mí me gusta...
Está genial, Cositas. ¡guay!
Alzamiento festivo, acariciándome melosa, pequeña bestia obscena, carentes de piedad, lujuria sudando fuego, néctar blanco, deseosa de seguir...
¡Por el amor de Satanás! ¡Qué le habéis hecho a mi poesía! ¡Hijos de puta!
Farruco :P
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